S uena el despertador, son las 4:50 de la mañana y es hora de despertarse para ir la universidad, después del baño y un huevo frito de desayuno, emprendo mi travesía de mas de media hora por el centro de Montería. Aún no se asoma el sol y no parece que seis horas mas tarde la temperatura alcanzará 38ºC por ahora el centro está semimuerto, semidesolado, los locales comerciales están cerrados y en sus puertas unos singulares pero comunes visitantes, los gamines, esos harapiento y hediondos personajes que duermen, vivien, y comen del aire, de los despojos de la ciudad; pocos carros transitan a esta hora por las calles, en su mayoría transporte público, que moviliza a chicos de uniforme y universitarios que llegan tarde a clase. Pero el caótico trancón que no se vive en el centro, esperaba por mí en el norte de la ciudad, en el trampolín que conecta al Barrio El Recreo con la última calle de La Catellana, todos los días padres en pijama y con caras de sueño, desesperados por ...