Por María Andrea Solano Behaine y Carlos Marín Calderín Hace cuatro años, cuando estaba en campaña para la Alcaldía de Montería, Marcos Daniel Pineda García llegó una noche al barrio El Dorado con su comitiva para asistir a una reunión política. No sabían adónde ir y se perdieron en las calles del barrio, hasta que vieron un grupo de personas sentadas en la terraza de una casa. El primero en bajarse del carro fue el entonces candidato, y con un grito de alegría, dijo mientras abría las manos para abrazar el aire y hacer notar aún más su alta figura: "¡Buenas noches, mi gente!". De repente vio de frente un féretro y gente llorando. El rostro de Marcos Daniel se ruborizó de vergüenza: era un velorio. Pero pensó rápido: "¿Dónde está la viuda?", preguntó y cuando se la presentaron la abrazó y le dijo: "Doña, mi sentido pésame". Meses después, mientras pagaba la cuenta en un supe...