El día está nublado, pero hace calor, mucho calor, es un contraste poco común, pero aquí todo puede suceder y no es mentira, en este lugar muchas cosas no están en su lugar, está lleno de sorpresas, empezando por su nombre SAN BERNARDO DEL VIENTO; el parque principal no está en frente de
Hoy es domingo, y en este día a diferencia de otros lugares, “se ve el ‘gentío’ por las calles, los consultorios médicos abiertos, las droguerías, las tiendas y los graneros se llenan, las fritangueras se ponen en el parque, es el día del comercio, no se pueden dejar de abrir los negocios porque es el día en que mas se vende” así lo expresa Rubel Garcés, mientras cuenta monedas y da ordenes a sus empleados, él es un comerciante que lleva ocho años a cargo de
Pero, ¿por qué el domingo si en otros lugares en este día el comercio es muerto y el flujo de gente por las calles es poco?, pues las personas salen de paseo o simplemente se quedan a descansar en sus hogares, en San Bernardo es una tradición y aquí surge otra pregunta ¿de dónde proviene esta tradición?
Recorriendo las calles del pueblo no es raro ver que la mayoría de las personas que circulan por ellas sean campesinos; plátanos, yuca, ñame, queso, huevos, gallinas y otros productos del campo están a la orden día. Y es que ellos son quienes hacen que en ‘El Viento’ el domingo sea domingo. Una de las vendedoras, sin intención de hacerlo, dio repuesta a la pregunta.
Floridis Rojas vende limones, a veces también vende yuca, vive en ‘El Castillo’, una vereda de San Bernardo, desde allá se viene en carro o a veces en moto hasta la cabecera municipal, pero antes lo hacía en burro. “me acuerdo que cuando estaba pelá venía al viento con mi mamá, mi papá y mis hermanos todos los domingo… los sábados por la tarde a mi papá le pagaban en la finca en la que trabajaba La semana, ‘ajá’ y entonces nos veníamos los domingos pal viento a comprar las cositas pa’ la casa, pa’ ir al médico y ‘eso’ y papá se quedaba tomando – se seca el sudor con una toalla pequeña desteñida del uso y continúa – ahora yo sigo viniendo los domingos a vender limones y a comprá, que el jabón , la pastilla, ropa y cosas así” - dirige su mirada a una señora y le pregunta : ¿niña sofi, cuantos quiere hoy?
Empieza a llover, la sofocación continúa, la muchedumbre se refugia en los locales hasta que escampa, y en un abrir y cerrar de ojos, desaparece, como si EL VIENTO se los llevara; empieza a caer la tarde, el calor no cesa, la gente se prepara para ir a misa. El otro domingo se repetirá la escena, Floridis volverá a traer limones, de pronto en esta ocasión vendrá alguno de sus hijos, para que vaya aprendiendo la tradición.
POR:
MARÍA ANDREA SOLANO BEHAINE
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