La ansiedad se apoderaba de mi, tenía mas de una hora de estar esperando el comienzo de la entrega de los premios, hasta que al fin, de repente, seis muchachos salieron bailando con movimientos extraños pero atractivos a la vista.
Avanzaban las categorías y nada que llegaba a fotografía una vaina rara me subía por el estómago… Blup, Blup, regresaba a mi mente una conversación que había tenido con uno de los muchachos del staff en un almuerzo del congreso que ese día se terminaba con los Premios ACECS:
- tú eres… Solano cierto? – ya nos habíamos conocido en la asamblea ordinaria de ACECS el fin de semana pasado
- sí, ¿por que? ¿Viste mis fotos? – lo intuí
- están muy bacanas, ojalá ganes
Minutos antes de que empezara la ceremonia también hablamos un poco, y me reiteró su apoyo. Mi ansiedad aumentaba, el pobre Mauricio, que estaba sentado a mi lado, fue quien llevó del bulto, lo golpeaba, le hablaba estupideces…
- María Andrea Solano – Pronuncia la presentadora.
- Yo, yo, yo, No! Acababa de ganar el que hasta ahora ha sido el premio mas importante de mi vida, subí a la tarima (no sé como) esperé que proyectaran mis fotografías y pronuncié las frases mas incoherente y estúpidas de mi vida, es más, ni siquiera recuerdo qué fue lo que dije… bueno, solo una cosa “la verdad estoy muy nerviosa, y no sé qué es lo que estoy diciendo” ( o algo así)
Como lo dije en esa oportunidad, menos mal el premio me lo dieron por las fotos y no por mi discurso… miau… porque si así fuese, no hubiera tenido la dicha de tomarme fotos con un poco de gente, sosteniendo en mis manos un lindo gatito de madera que recibí como trofeo y que aún huele a madera fresca.
De todas formas, y coherente o no, quiero dar las gracias a ACECS y a los organizadores de los premios por haberme permitido participar y sentir todas esas emociones juntas en una hermosa ciudad que me acogió durante una semana.
Ayer regresé al calor de mi tierra, a la sabana cordobesa, y tirándole mente, creo que ya sé que era lo que quería decir, las cosas mas bellas están frente a nuestros ojos y no nos damos cuenta, sólo nos falta detenernos a observar y por qué no, a obturar.
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