Muchos y de diferentes tipos fueron las manifestaciones que se hicieron alrededor del globo bajo el lema NO MAS FARC, en algún lugar del muerdo, donde hay un grupito de colombianos, allí algo se hizo ese día, o por lo menos se reunieron y ondearon la bandera, y por supuesto, en Montería, haciendo parte del territorio nacional no podía ser la excepción.
¡Esto no es fiesta!, ¡Esto no es fiesta!, gritaban un grupo de muchachos con megáfono en manos a unos reggeatoneros que estaban en la tarima entreteniendo a la multitud de monterianos que el cuatro de febrero salieron a las calles a protestar contra las FARC.
La marcha había salido una hora antes de lo previsto y cuando quise llegar al lugar de encuentro ya los marchantes se acercaban a los bajos de la Alcaldía , donde culminaría la protesta civil y pacífica impulsada por un barranquillero y que a través de Internet le dio la vuelta al globo hasta el punto que muchas partes del mundo y en lugares nunca imaginados, puñados de colombianos se arrojaron a las calles exigiendo NO MAS FARC y la liberación de los secuestrados en manos de este grupo terrorista; por supuesto, Montería, que ha sido golpeada por la violencia y como parte del territorio colombiano no podía ser la excepción.
Terminada la caminata que recorrió algunas calles del centro de la ciudad, la multitud y yo incluida nos situamos frente a una tarima, eran mas de tres cuadras repletas de gente cansados de los 60 años de violencia en nuestro país, arriba en la tarima, luego de la intervención de un chico que enotnó una canción por la paz, monseñor, el alcalde y un grupo de niñitos que cantaban con el mapa de Colombia en las manos, unos jóvenes trataron de entusiasmar al público y hacernos olvidar que sobre nuestras cabezas se posaban cuarenta grados centígrados y que pese a eso, teníamos que seguir clamando por los que se encuentran en el monte quien sabe en qué condiciones, esos chicos a punta de reggaeton pusieron en nuestros cuerpos un poco de movimiento y las voces que hace un rato gritaban por la liberación y la paz, ahora seguían el ritmo de la música y tarareaban las letras de las canciones, pero solo pudieron canta tres, porque los manifestantes que se posaban bajo la pancarta de la Universidad de Córdoba, con megáfono en mano, los hizo bajar de la tarima a punta de letanías que en principio no eran muy claras pero que al pasar unos minutos se entendían perfectamente: ¡Esto no es fiesta!, ¡Esto no es fiesta!
Uno de los cantantes tomó el micrófono indignado y con la voz quebrantada dijo: “sólo queríamos que pasaran un rato agradable, mi padre era policía y hace un año lo mató la guerrilla, por eso comparto la tristeza que han pasado muchos de ustedes, porque yo la he vivido en mi familia” y con la misma indignación con que habló se bajó de la tarima con sus compañeros. Solo pasaron unos minutos para que todos los aparatos electrónicos incluida la amplificación desaparecieron del escenario y en su reemplazo los chicos con megáfono seguían con sus letanías en contra de la subversión.
En ese momento mis oídos no los escuchaban pero mis ojos se percataron que bajaban de la tarima y encaminaron de nuevo la marcha, la multitud los seguía, claro que por la hora y el sol, eran menos personas que la caminata inicial y recorrieron 5 cuadras a la redonda, yo los seguí solo por curiosear, en el camino indagué a algunos policías que custodiaban la zona sobre el lugar donde terminaría la marcha pero solo encogían sus hombros como quien no tiene ni idea de lo que preguntaba y pese a eso la res guardaban con igual patriotismo que los caminantes y como con ganas de sumarse a esos civiles.
Cuando regresamos al lugar de donde habíamos partido, quienes dirigían la marcha dieron un grito de libertad que les salió del alma uno de ellos tomó la vocería y su voz amplificada por el megáfono dijo: ¡qué viva Ingrid Betancourt! A los que los seguidores respondían ¡qué viva!, ¡Que vivan los secuestrados!, ¡qué vivan!; ¿y las FARC? ¡noooooo! ¡Qué viva la educación pública! ¡Que viva! ¿Seguimos? ¡siiiiiiiiiiiii!
Y siguieron la marcha, como debemos seguir caminando incansablemente hasta que TODOS los secuestrados, sin excepción, logren conseguir la libertad, y hasta cuando los colombianos unidos logremos la paz, porque este es solo el principio, ¿seguimos?
POR: MARÍA ANDREA SOLANO BEHAINE.
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