“Es simple y llanamente una historia de la vida real”, comienza diciendo el Checha Blanco al ser indagado sobre el origen de La Tartamunda, el más reciente éxito de Silvestre Dangond y Juancho de la Espriella. La historia sucedió 18 años antes de que Silvestre grabara la canción, cuando Checha, el compositor, iba caminado por el frente de un motel en Valledupar y vio salir del lugar a su novia de aquella época de la mano de otro hombre.
“Y eso fue hasta de día”, aclara Checha como queriendo hacer más grave el suceso, “me encuentro con esa escena tan bacana donde ella va saliendo con quien no debía salir, haciendo lo que no debía hacer, en el lugar que no debía estar.
Cuando yo veo esa escena me acerco y le digo, ‘ah, te felicito, ¿qué estabas buscando allá dentro?, que yo sepa esto no es consultorio médico, ni nada por el estilo’”. Ella, despavorida por haber sido encontrada con las manos en la masa, trató de responder “no, no, no, que, que yo, yo… no es lo que estás pensando”, y al no poder contestar nada lógico, tal cual como en la canción, se puso de todos los colores, como un arcoiris.
En ese momento Checha no dejó que la mujer le explicara lo que había sucedido, y es que la tartamudez por el susto de haber sido pillada tampoco se lo permitía. Con el paso del tiempo, Checha se enteró de que ella andaba diciendo que él también se ‘la hacía’ (“cosa que era mentira”, dice él) y decidió tomar venganza haciendo lo mismo, supuestamente porque en ese tiempo el ‘cacho’ de las mujeres era más efectivo que el del hombre.
Del ‘susodicho’ que la acompañaba, Checha relata que ya está bastante acabado, que era un hombre recto y elegante y “ahora parece un calandraco, mal vestido y sin gracias”.
Por eso, en el momento en que la estaba haciendo se le ocurrió llamar a Nemecio Gómez, el bajista de Silvestre, para cantársela. A Nemecio le gustó tanto que a los dos días como a las doce de la noche, cuando iba en el bus para un toque con toda la agrupación, llamó a Checha y le dijo: “te voy a pasar a Silvestre para que se la cantes, él no hace eso con todo el mundo, pero le gustó el título de la canción”.
Cuando Checha escuchó la voz del mismo Silvestre al otro lado del teléfono, le pareció increíble que uno de los mayores exponentes de vallenato de hoy se interesara por su obra. “Yo se la canté dos veces y él quedó vuelto loco en el bus cantando el estribillo, ‘¡mucha vaina buena!’, me dicen que decía”, comenta feliz el Checha y se enorgullece aún más cuando asegura que ‘La Tartamuda’ está tan identificada con Silvestre que el cantante no le cambió ni un solo punto.
Pasados los días, el propio Silvestre lo llamó a decirle que ya estaban montando la canción y le advirtió que si se enteraba que la estaba ‘perrateando’ la sacaba del CD. “Así fue, la respeté hasta la última hora, tanto que los medios me hacían cacería en mis presentaciones (porque yo tengo un grupo) a ver dónde la tiraba, de pronto entre trago se me daba por tirarles el anticipo de Silvestre. Me pedían que la cantara, pero di mi palabra y mi palabra se respeta”, dice Checha al referirse a aquel trato.
“Y eso fue hasta de día”, aclara Checha como queriendo hacer más grave el suceso, “me encuentro con esa escena tan bacana donde ella va saliendo con quien no debía salir, haciendo lo que no debía hacer, en el lugar que no debía estar.
Cuando yo veo esa escena me acerco y le digo, ‘ah, te felicito, ¿qué estabas buscando allá dentro?, que yo sepa esto no es consultorio médico, ni nada por el estilo’”. Ella, despavorida por haber sido encontrada con las manos en la masa, trató de responder “no, no, no, que, que yo, yo… no es lo que estás pensando”, y al no poder contestar nada lógico, tal cual como en la canción, se puso de todos los colores, como un arcoiris.
En ese momento Checha no dejó que la mujer le explicara lo que había sucedido, y es que la tartamudez por el susto de haber sido pillada tampoco se lo permitía. Con el paso del tiempo, Checha se enteró de que ella andaba diciendo que él también se ‘la hacía’ (“cosa que era mentira”, dice él) y decidió tomar venganza haciendo lo mismo, supuestamente porque en ese tiempo el ‘cacho’ de las mujeres era más efectivo que el del hombre.
Del ‘susodicho’ que la acompañaba, Checha relata que ya está bastante acabado, que era un hombre recto y elegante y “ahora parece un calandraco, mal vestido y sin gracias”.
Así llegó a Silvestre
El año pasado Checha volvió a ver a aquella mujer, claro que con otros ojos -ahora ella está casada y tiene hijos y él también-, entonces se acordó de aquel ‘cacho viejo’ y decidió escribir la canción en un momento de inspiración y mientras lo hacía, se imaginaba a Silvestre Dangond cantándola.Por eso, en el momento en que la estaba haciendo se le ocurrió llamar a Nemecio Gómez, el bajista de Silvestre, para cantársela. A Nemecio le gustó tanto que a los dos días como a las doce de la noche, cuando iba en el bus para un toque con toda la agrupación, llamó a Checha y le dijo: “te voy a pasar a Silvestre para que se la cantes, él no hace eso con todo el mundo, pero le gustó el título de la canción”.
Cuando Checha escuchó la voz del mismo Silvestre al otro lado del teléfono, le pareció increíble que uno de los mayores exponentes de vallenato de hoy se interesara por su obra. “Yo se la canté dos veces y él quedó vuelto loco en el bus cantando el estribillo, ‘¡mucha vaina buena!’, me dicen que decía”, comenta feliz el Checha y se enorgullece aún más cuando asegura que ‘La Tartamuda’ está tan identificada con Silvestre que el cantante no le cambió ni un solo punto.
Pasados los días, el propio Silvestre lo llamó a decirle que ya estaban montando la canción y le advirtió que si se enteraba que la estaba ‘perrateando’ la sacaba del CD. “Así fue, la respeté hasta la última hora, tanto que los medios me hacían cacería en mis presentaciones (porque yo tengo un grupo) a ver dónde la tiraba, de pronto entre trago se me daba por tirarles el anticipo de Silvestre. Me pedían que la cantara, pero di mi palabra y mi palabra se respeta”, dice Checha al referirse a aquel trato.
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