Por María Andrea Solano Behaine
'Juan del Dinero' viste de esmoquin blanco, tiene bigotes, una actitud desafiante y en el bolsillo de su saco, en lugar de un pañuelo o una flor, tiene un burujo de billetes de dólar. Muy cerca de él están
el 'Pájaro Macuá', que mira enamorado a una mujer, y el 'Sexual Guajiro' enseñando sus prominentes genitales. Están todos en el mismo lugar para mostrar sus bondades.
Los tres son la imagen de cajas de sahumerio, perfumes, esencias y olorosos extractos para atraer la suerte.
En el caso de Juan, su humo se pasea por la casa o negocio de quienes buscan la prosperidad económica. Los otros, en loción o aceite, se esparcen en el cuerpo de los que pretenden conseguir el amor y el buen sexo.
Pero ellos no son los únicos agentes de la fortuna. También está el 'Llama clientes', el 'Tumba trabajo' y el 'Consigue empleo'; así, tal cual, directo al grano y sin nombres rebuscados.
No falta 'La lluvia de plata', 'La liga' (que "atrae a tu ser amado"), el 'Amansa guapo' y el 'Corderito manso' para calmar una situación o mejorar las relaciones de amistad o de pareja. Para los que están de malas o creen que han sido embrujados, existen los extractos de 'Destrancadera', el 'Rechaza daño', también el 'Saca sal' y el 'Contra brujería'.
Todas las cajitas o frascos de estos productos tienen sus oraciones al respaldo, para invocar al personaje de la foto y pedir lo que más desean. Aunque a simple vista parezcan solo polvo o agua de colores, hay quienes aseguran el 100% de su efectividad.
"¿Que si conseguí marido?, 'hombe' me hacen cola, ese 'Pájaro Macuá' sí que es bueno", asegura una señora que vende jugos en un carrito, mientras se aleja muerta de la risa de una tienda esotérica
que hay en el primer callejón del mercado de Montería.
Allí también se consiguen unas medallitas que funcionan como aseguranzas, como la del ángel guardián, que de un lado tiene la figura divina y del otro una piedra rodeada por los nombres de varios metales.
"Todo es cuestión de fe", sentencia 'La Mona', dueña del negocio, mientras le quita el polvo a los frascos y los organiza por tamaño. Ella dice no haberlos usado nunca, pero mucha gente va a su
tienda pretendiendo arreglar su destino a través de esas sustancias y, por su aferrada creencia, lo
consiguen.
Al abrir la puerta hay una cortina que elimina la radiante luz del día. El cuarto es completamente oscuro, a excepción de un pequeño espacio alumbrado por una lamparita de escritorio. Solo se escucha el sonido del ventilador.
El rostro de Renato se ve en penumbras, él está detrás del escritorio, una mesa de madera sobre la que reposan un cascabel (como el que usan los indígenas para ahuyentar los malos espíritus), una cabeza de ajo (hortaliza de la que no puede revelar el secreto), un baúl con varios frasquitos plásticos como
los usados para examen coprológico, y otras cosas.
El sitio es un poco intimidador, pero tiene un olor agradable. En el piso hay figuras de indígenas, bolsas con plantas y hojas secas, frascos con aguas de colores, velas, piedras y la foto de una
mujer. Allí, Renato realiza sus rituales.
Advierte que de no ser practicados por personas idóneas, pueden terminar trayendo desgracias en la suerte del paciente. Él también es un convencido de que para que sus acciones tengan resultado, hay que tener fe.
El indio señala que hay rituales con aromaterapia, olores de plantas para hacer liberaciones; usa el eucalipto, el tabaco y el anamú, que por naturaleza tienen poderes curativos de limpieza y que sabiéndolos utilizar se consigue el objetivo buscado.
Para la buena suerte, por ejemplo, afirma que primero hay que depurar el aura, para lo que se puede hacer un baño de pies a cabeza con la mezcla previamente cocinada de sal marina, matarratón, café
(en polvo) y anamú. Con esto, el indio Renato asegura que se produce el alejamiento de malas energías; eso sí, una vez lo malo se ha ido, hay que atraer lo bueno, para lo que es necesario darse tres baños con una mezcla de canela, clavito, manzanilla y siete gotas de sándalo.
"Nuestros ancestros se curaban así. La brujería viene con nosotros con la etnia española (gitanos), ellos nos aportaron esas creencias y los indígenas aportaron los rituales curativos", comenta Renato y
añade que lo mejor para atraer la suerte es tener el hogar y el lugar de trabajo limpio y con buenos olores.
*Publicado en EL MERIDIANO de Córdoba
'Juan del Dinero' viste de esmoquin blanco, tiene bigotes, una actitud desafiante y en el bolsillo de su saco, en lugar de un pañuelo o una flor, tiene un burujo de billetes de dólar. Muy cerca de él están
el 'Pájaro Macuá', que mira enamorado a una mujer, y el 'Sexual Guajiro' enseñando sus prominentes genitales. Están todos en el mismo lugar para mostrar sus bondades.
Los tres son la imagen de cajas de sahumerio, perfumes, esencias y olorosos extractos para atraer la suerte.
En el caso de Juan, su humo se pasea por la casa o negocio de quienes buscan la prosperidad económica. Los otros, en loción o aceite, se esparcen en el cuerpo de los que pretenden conseguir el amor y el buen sexo.
Pero ellos no son los únicos agentes de la fortuna. También está el 'Llama clientes', el 'Tumba trabajo' y el 'Consigue empleo'; así, tal cual, directo al grano y sin nombres rebuscados.
No falta 'La lluvia de plata', 'La liga' (que "atrae a tu ser amado"), el 'Amansa guapo' y el 'Corderito manso' para calmar una situación o mejorar las relaciones de amistad o de pareja. Para los que están de malas o creen que han sido embrujados, existen los extractos de 'Destrancadera', el 'Rechaza daño', también el 'Saca sal' y el 'Contra brujería'.
Todas las cajitas o frascos de estos productos tienen sus oraciones al respaldo, para invocar al personaje de la foto y pedir lo que más desean. Aunque a simple vista parezcan solo polvo o agua de colores, hay quienes aseguran el 100% de su efectividad.
"¿Que si conseguí marido?, 'hombe' me hacen cola, ese 'Pájaro Macuá' sí que es bueno", asegura una señora que vende jugos en un carrito, mientras se aleja muerta de la risa de una tienda esotérica
que hay en el primer callejón del mercado de Montería.
Allí también se consiguen unas medallitas que funcionan como aseguranzas, como la del ángel guardián, que de un lado tiene la figura divina y del otro una piedra rodeada por los nombres de varios metales.
"Todo es cuestión de fe", sentencia 'La Mona', dueña del negocio, mientras le quita el polvo a los frascos y los organiza por tamaño. Ella dice no haberlos usado nunca, pero mucha gente va a su
tienda pretendiendo arreglar su destino a través de esas sustancias y, por su aferrada creencia, lo
consiguen.
Contacto directo
Los que quieren una manito para emplear los productos o necesitan de alguien que los guíe más de cerca por el camino desconocido, para de esta forma alcanzar la fortuna, acuden a un brujo o hechicero. Así es, como por ejemplo, llegan al misterioso y oscuro consultorio del Indio Renato.Al abrir la puerta hay una cortina que elimina la radiante luz del día. El cuarto es completamente oscuro, a excepción de un pequeño espacio alumbrado por una lamparita de escritorio. Solo se escucha el sonido del ventilador.
El rostro de Renato se ve en penumbras, él está detrás del escritorio, una mesa de madera sobre la que reposan un cascabel (como el que usan los indígenas para ahuyentar los malos espíritus), una cabeza de ajo (hortaliza de la que no puede revelar el secreto), un baúl con varios frasquitos plásticos como
los usados para examen coprológico, y otras cosas.
El sitio es un poco intimidador, pero tiene un olor agradable. En el piso hay figuras de indígenas, bolsas con plantas y hojas secas, frascos con aguas de colores, velas, piedras y la foto de una
mujer. Allí, Renato realiza sus rituales.
Advierte que de no ser practicados por personas idóneas, pueden terminar trayendo desgracias en la suerte del paciente. Él también es un convencido de que para que sus acciones tengan resultado, hay que tener fe.
El indio señala que hay rituales con aromaterapia, olores de plantas para hacer liberaciones; usa el eucalipto, el tabaco y el anamú, que por naturaleza tienen poderes curativos de limpieza y que sabiéndolos utilizar se consigue el objetivo buscado.
Para la buena suerte, por ejemplo, afirma que primero hay que depurar el aura, para lo que se puede hacer un baño de pies a cabeza con la mezcla previamente cocinada de sal marina, matarratón, café
(en polvo) y anamú. Con esto, el indio Renato asegura que se produce el alejamiento de malas energías; eso sí, una vez lo malo se ha ido, hay que atraer lo bueno, para lo que es necesario darse tres baños con una mezcla de canela, clavito, manzanilla y siete gotas de sándalo.
"Nuestros ancestros se curaban así. La brujería viene con nosotros con la etnia española (gitanos), ellos nos aportaron esas creencias y los indígenas aportaron los rituales curativos", comenta Renato y
añade que lo mejor para atraer la suerte es tener el hogar y el lugar de trabajo limpio y con buenos olores.
*Publicado en EL MERIDIANO de Córdoba
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