Empezaba a oscurecer y don Ángel no aparecía. La zozobra de saber que podíamos pasar la noche ahí hacía mella en nuestras mentes. Nadie iba preparado, ni siquiera llevábamos agua, aunque ahí había por todos lados. Mi mayor temor era dormir y no despertar, pero sobre todo que mis padres —tan lejos, a pesar de estar en el mismo país—se enteraran de mi desaparición cuando ya estuviera en el estómago de un jaguar. Éramos cinco. Habíamos salido de Puerto Nariño sobre las 2:30 p. m., guiados por Lilia hacia Santa Clara, un resguardo indígena a orillas de Lagos de Tarapoto, en la Amazonía colombiana. Eran casi las tres y la tarea iba a ser sencilla: adentrarnos unos cuantos metros en la selva hasta el sitio en el que tres días después sembraríamos un árbol como símbolo de restauración y protección de esta parte del planeta. Serían solo 10 minutos para volver a tomar camino hacia Leticia por el río Amazonas. En Santa Clara nos recibió don Ángel, un indígena ticuna ya de edad, con problemas en ...
Es verano en Turquía. Luego de un corto trayecto en tranvía me detengo ante una de las 22 puertas de entrada del Gran Bazar de Estambul, una edificación de 45.000 metros cuadrados. Han pasado más de 600 años desde que el sultán Mehmed II expulsara a los romanos de la vieja Constantinopla y mandara a levantar la primera versión de esta construcción. Corría el siglo XV y quería erigir en la ciudad un mercado dedicado a la venta de textiles que pronto, y con la apertura al comercio de oro, plata y otros metales preciosos, se convertiría en el centro económico del naciente Imperio Otomano. Hoy, este sitio que se conoce como la primera referencia de los centros comerciales en el mundo, cuenta con 3.600 tiendas y es recorrido a diario por más de 200.000 visitantes, un número que supera, por ejemplo, al de toda la población del municipio de Chía (Cundinamarca). Pero hay suficiente espacio para todos y no hay riesgo de que la multitud arrastre a nadie. Cuando camino por su interior noto...